NOTA LITÚRGICA SOBRE EL “UNA CUM…”

(Extraída de Sodalitium, n. 36, diciembre 1993-enero 1994)

La celebración del Sacrificio de la Santa Misa constituye el acto más importante del culto católico. Por ello la Iglesia, que es madre amorosa, ha establecido minuciosamente el rito y las ceremonias que deben acompañar la liturgia del S. Sacrificio. En el “Missale Romanum”, codificado por S. Pío V, nada se deja a la improvisación o al arbitrio del celebrante (a diferencia de la misa nueva…). Dado que en las rúbricas se manifiesta claramente el espíritu de la Iglesia, ¿Cómo lo hacemos en la actualidad, en la situación actual de vacancia formal de la Autoridad en la Iglesia? ¿Hay que citar a Juan Pablo II en el canon de la Misa, o no?

En el “Ritus servandus in cælebratione Missæ”, que se encuentra generalmente en todas las ediciones del Misal Romano promulgado por S. Pío V y reformado por S. Pío X, se pueden leer todas las normas y ceremonias que cumplir durante la celebración del S. Sacrificio. En el capítulo VIII, “De canone Missæ usque ad Consecrationem”, en el n. 2, encontramos la respuesta a nuestra pregunta. En el “Ritus servandus…” se lee: “Ubi dicit: una cum famulo tuo Papa nostro N., exprimit nomen Papæ: Sede autem vacante verba prædicta omittuntur (1). Lo mismo debe hacerse con el nombre del obispo (que si está en comunión con Juan Pablo II no puede ser citado), puesto que debe citarse el nombre del ordinario de la diócesis que ha recibido legítimamente la jurisdicción del lugar donde se celebra (¡y no el de otro!); luego, también las palabras: “et Antistite nostro N.” deben omitirse.

Algunos sacerdotes (en particular de la Fraternidad S. Pío X), en la crisis actual de la Iglesia, afirman que debe recitarse el “una cum” del Canon, puesto que solamente significa “rezar por” el Papa. Esto es falso, ya que el alcance de las palabras “una cum…”  es mucho mayor. Dos citas servirán para clarificar la cuestión. La primera corresponde al Papa Benedicto XIV: «Nos basta poder afirmar que la conmemoración del Romano Pontífice en Misa y las preces derramadas por él en el Sacrificio, se consideran y son un signo declarativo por el cual el mismo Pontífice es reconocido Cabeza de la Iglesia, Vicario de Cristo, y Sucesor del Bienaventurado Pedro, y se hace profesión firme de unir los ánimos y voluntad a la unidad católica» (2). «El sacerdote ofrece el sacrificio, sobre todo, por la Iglesia, es decir, el Pontífice en particular, según un antiquísimo uso de las iglesias, para expresar la unidad de la Iglesia y la comunión de los miembros con la cabeza» (3). Por lo tanto, según Benedicto XIV y el P. Ferrari, citar a Juan Pablo II en el canon de la Misa no significa únicamente “rezar por él” (para que se convierta, dicen los lefebvristas… Lo que equivale a afirmar que la “cabeza” de la Iglesia no es católica, ya que debe convertirse. Entonces, si no es católico ¿cómo puede ser el jefe de la Iglesia?… ¡ábsit!), sino que él es verdaderamente Papa y que se está en comunión en todo y para todo con él.

Por ello, dado que Juan Pablo II, por su intención habitual de no procurar el bien de la Iglesia, carece de la Autoridad y no es formalmente Papa -siéndolo solo materialmente (hasta prueba de lo contrario!)-, no debe ser citado en absoluto como Papa legítimo en el Canon de la Misa. Mons. Guérard des Lauriers decía que citar a Juan Pablo II en el “Te igitur” de la Santa Misa supone cometer objetiva e ineluctablemente el doble delito de sacrilegio y de cisma capital, independientemente de la intención subjetiva de quien celebre o asista. Decir “una cum…” al inicio del Canon, justo cuando empieza el momento más solemne del Sacrificio, equivale a afirmar (al menos en sentido teológico, aunque no semánticamente) que la Iglesia de Dios, santa y católica está verdaderamente “una cum” [esto es, forma una sola cosa] con el siervo de Dios que es nuestro Papa, ya que donde está Pedro está la Iglesia (Ubi Petrus ibi Ecclesia). En nuestro caso, Juan Pablo II, por cuanto habitualmente promulga y profiere la herejía no puede y no quiere ser el Papa de la Iglesia Católica, ni tampoco puede ser “una sola cosa” con la Iglesia de Jesucristo. Afirmarlo es un error y un grave error concerniente a la Fe; por ello, la Misa celebrada “una cum Joanne Paulo” está objetivamente manchada por el sacrilegio, que deshonra a Dios, priva a las almas de la gracia y no puede ser agradable al Señor.

En segundo lugar, manifestarse “una cum” también quiere decir que el sacerdote celebra necesariamente en unión y bajo la dependencia y la mediación de aquella persona que dice ser “papa”, aunque realmente tal persona no lo es ya que se encuentra en estado de cisma respecto de la Iglesia, por su rechazo a ejercer como cabeza verdadera y legítima (cisma capital). Esta interpretación, propia de Mons. Guérard, la confirma el P. Cappello: «Los sacerdotes cismáticos, aunque sacrifiquen válidamente in nomine Christi, no obstante no ofrecen el sacrificio como ministros de la Iglesia y en persona de la misma Iglesia. El sacerdote de hecho tiene el encargo, por parte de la Iglesia, de rezar, interceder y ofrecer en su nombre, facultades que la Iglesia puede privar al sacerdote cismático, para que no sacrifique en su nombre» (4). Por lo cual, el sacerdote recibe de la Iglesia, a través de la mediación del Papa, la facultad de celebrar la Misa y declarándose “una cum”, el Papa es quien lo “envía” y al mismo tiempo se declara súbdito suyo. Por ello, si este “papa” no es el Papa legítimo de la Iglesia, entonces dicho sacerdote participa del cisma de aquél.  (Cfr. sobre ello remitimos al lector a la entrevista a Mons. Guérard des Lauriers en “Sodalitium” n.13 págs. 22-24).

Por estos dos motivos los fieles que quieran confesar íntegramente la Fe, no deben asistir a las misas en que el celebrante cite a Juan Pablo II en el “Te ígitur” del Canon.

Después de haber expuesto la cuestión según los principios, desde un punto de vista teológico, veamos qué se deberá hacer desde el punto de vista litúrgico. El sacerdote celebrante deberá omitir aquellas palabras sobre el Papa y el obispo diocesano. Como especifica el “Ritus servandus…” en el lugar citado anteriormente, solo deberá decir: « … in primis, quæ tibi offerimus pro Ecclesia tua sancta cathólica: quam pacificáre, custodíre, adunáre et régere dignéris toto orbe terrarum: et omnibus orthodóxis, atque cathólicæ et apostólicæ fídei cultoribus.» (Canon Missæ, Te ígitur).

Esta interpretación de las rúbricas del Misal ha sido confirmada por el consenso, prácticamente unánime, de los liturgistas y rubriquistas, entre los cuales se cuenta el Martinucci, conocido como el príncipe de los liturgistas (cfr. PIO MARTINUCCI, Manuale sacrarum cæremoniarum, vol. I, lib. I cap. XVIII n. 79), O’ Connell (The celebration of Mass, The Bruce Publishing Company, vol II pág. 87) Sterky, De Carpo y el Padre Le Brun (P. LE BRUN, R.P. Explication litterale, historique et dogmatique des prières et des ceremonies de la Messe, París 1726).

Nuestro hermano en el sacerdocio, el P. Cekada, que estuvo en Verrua durante la reunión sacerdotal de octubre, nos señaló y con razón la equivocación de decir: “una cum… omnibus orthodóxis…”, como usan muchos sacerdotes. Dicho uso es contrario a las mismas rúbricas del Misal, que prevén la omisión de toda la frase en el caso de vacancia de la Sede Apostólica y episcopal.

Esperemos que estas pocas líneas sirvan para iluminar a aquellos fieles y hermanos en el sacerdocio que todavía no se habían planteado el problema del “una cum”, y confirmar en la fe al resto que desde hace años combaten la buena batalla por la Iglesia. Que Dios nos conceda a todos nosotros, por los méritos infinitos del Sacrificio de la oblatio munda de su Hijo Jesús, poder celebrar un día este mismo Santo Sacrificio “en unión” (una cum) con un legítimo sucesor de Pedro y Vicario de Cristo.


Notas:

1) “Donde dice: juntamente con tu siervo el Papa N., se pronuncia el nombre del Papa; en cambio, cuando la sede está vacante se omiten dichas palabras”.

2) Papa Benedicto XIV, De Sacrosanto Missæ Sacrificio, appendix XVI ad lib. II, § 12, Citado siempre del “Sacerdotium” n. VI pars hiemalis 1993 pág. 42.

3) F. LUCIUS FERRARI O.F.M., Bibliotheca Canonica etc. (Romæ: ex Typographia polyglotta, 1866) II pág. 50. Citado de la revista americana “Sacerdotium” n. VI pars hiemalis 1993 págs. 46-47.

4) CAPPELLO FELIX M. S.J., Tractatus Canonico-moralis de Sacramentis, Marietti Torino 1962, I pág. 462. Citado siempre del “Sacerdotium” n. VI pars hiemalis 1993 pág. 65.